En este CUBAenBreve se incluyen articulos sobre la escasez de medicinas que padecen los cubanos en la isla; los extranjeros no son afectados, como no les afecta el racionamiento de los alimentos, productos higienicos, y todos los articulos necesarios para la vida. Lea aqui un analisis de la zafra azucarera del 2018: “se sabe que se produjeron unos 1.1 millones de toneladas (TM), para una caída de un 40% con respecto a los 1.8 millones de 2017. Ese es el mismo tonelaje aproximadamente que el obtenido en 1894 (1.06 millones de TM), 116 años antes de que la bandera cubana ondeara en el castillo del Morro.” Y finalmente de Radio Marti: “Alejandro Castro Espín: el enlace de La Habana con Moscú para seguridad y espionaje.”
Análisis continuo de la economía cubana
¿Por qué escasean los medicamentos en las farmacias cubanas?
Elías Amor Bravo, economista
La problemática de las medicinas en Cuba es, como en otros muchos ámbitos de la vida económica, estructural. Los cubanos tienen acceso a una sanidad universal gratuita (lo mismo que en otros países del mundo) pagada generosamente con el trabajo y el esfuerzo colectivo, pero cuando se trata de medicamentos, los problemas aumentan.
Diversos informes recientes procedentes de la isla señalan que los cubanos están especialmente preocupados por la carencia y ausencia de medicamentos en las farmacias. Los médicos se quejan de las dificultades para atender a los pacientes de enfermedades crónicas con tratamientos periódicos que igualmente faltan de las farmacias.
Esta falta de medicamentos en Cuba no es un problema de fácil solución. Tampoco es de ahora mismo. Y exige conocer con detalle de qué modo organiza el régimen castrista la producción de medicinas en Cuba. La mayor parte de las dificultades observadas tienen su origen en dicha organización.
La producción de medicamentos en Cuba está asignada, en régimen de monopolio, al gigante farmacéutico, BioCubaFarma, el Grupo Empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica, creado en el 2012, y de titularidad, dirección y control por el estado comunista.
Este grupo empresarial es un ejemplo más de la absurda concentración de poder económico que existe en la economía cubana. Para su creación, se procedió a integrar dos entidades que venían funcionando de forma relativamente independiente, como Quimefa y el Polo Científico del oeste de la capital, entidades que, pese a dedicarse a lo mismo, tenían un marco normativo diferente, así como distinto conocimiento empresarial y desarrollo científico-técnico.
De igual modo, para lograr la cohesión del Grupo, las autoridades impusieron una mayor disciplina económica, financiera y contable a partir del establecimiento de procedimientos, políticas y normas para la gestión de los procesos de la nueva organización. Nada que objetar a estas actuaciones. Esto es lo que toda empresa bien gestionada debe realizar si quiere sobrevivir. Tan solo la propiedad estatal continuaba siendo una rémora y la necesaria atención a los consumidores de medicamentos, nunca ha sido una prioridad del grupo.
Sin embargo, pese a ese “potencial”, continuamente se informa desde la isla sobre la falta de medicamentos en las farmacias, que en ocasiones oscilan entre 45 y 150 referencias, de un total de 761 en lo que el régimen califica como “cuadro básico” del país. La situación se ha visto agravada recientemente porque los medicamentos que faltan en las farmacias son identificados por el Ministerio de Salud Pública como productos de “primera prioridad”, relacionados con tratamientos contra la gota, las afecciones cardiovasculares, la epilepsia y el mal de Parkinson.
Además, la escasez de medicinas va por zonas, y al parecer en el Oriente de Cuba, la escasez en las farmacias es mucho mayor que en las provincias limítrofes. La gente, que no puede comprar libremente las medicinas, se percata de esas diferencias y con ello, aumenta su indignación y malestar.
¿Qué aducen los responsables de BioCubaFarma para justificar esta situación? Desde luego, siempre se cita el “bloqueo”, aunque en este caso tenga poca credibilidad el argumento. También mencionan “problemas de abastecimiento de fármacos a la población provocados por ineficiencias internas, inestabilidad en el funcionamiento de varias líneas productivas debido a la falta de piezas de repuesto, y no contar con las materias primas requeridas para la producción, debido a dificultades financieras”, y por supuesto, se cita “la grave crisis de liquidez que tiene el gobierno cubano, e incluso la corrupción de empleados de farmacias y almacenes que alimentan el mercado negro en medio de la actual crisis” lo que ha llevado a exigir la impresión de recetas médicas para mayor información y control del paciente y del medicamento para frenar la venta ilícita.
Y como no podía ser de otro modo, frente a estos problemas “la máxima dirección del país tomó las acciones correspondientes para minimizar las afectaciones, además de darle un seguimiento permanente al tema, con la participación del Ministerio de Economía y Planificación, el Ministerio de Salud Pública y otras entidades involucradas”. Es decir, en Cuba cuando las empresas se enfrentan a problemas empresariales y de gestión, la “máxima dirección del país” entra para resolver los problemas.
Algo inaudito, porque las empresas están para resolver con autonomía y competencia sus problemas, y cuando estos son muy graves, entonces puede ayudar el estado, pero con un papel subsidiario, como corresponde a los modelos de economía mixta, dominantes en todo el mundo. En todo caso, “a la máxima dirección del país” no parece inquietarle que los cubanos no encuentren en las farmacias los productos que necesitan para cuidar de su salud. Las prioridades van por otro sitio
Lo que es cierto es que raro es el país del mundo en que los gobiernos confían a un monopolio la producción, comercialización y venta de medicamentos. Es antieconómico y fuente de problemas. Sobre todo, cuando el monopolio actúa como correa de trasmisión del gobierno. También en esto se equivocó Fidel Castro, si realmente fue el artífice de este sector de la ciencia cubana, como dicen en un reportaje sobre esta materia en Granma.
Todo un despilfarro de recursos estatales para que el monopolio, a duras penas, asegure las materias primas que necesita, gestione la recepción de piezas de repuesto y que las plantas funcionen de manera estable. Y ello, reconociendo que las tensiones en algunos productos harán que en cualquier momento vuelvan a presentarse dificultades para encontrarlos en las farmacias. En Cuba, es una lástima que problemas típicos de gestión empresarial, fáciles de resolver, acaben convirtiéndose en problemas de estado que detraen recursos de otras actividades. Y así les va.
Obligar a BioCubaFarma a entregar al sistema nacional de salud el 62% del cuadro básico de medicamentos es tan irresponsable como mantener a este grupo en régimen de monopolio estatal. Toda la organización es un absurdo, una fuente de problemas, incertidumbres y debilidades estructurales. Por mucho que se pretenda reducir las importaciones. Y, si bien puede ser cierto que se ha alcanzado la cifra de 2.400 patentes en la industria biotecnológica y farmacéutica en Cuba y en el mundo, no es menos cierto que las exportaciones son escasas, y en ningún caso se han convertido en un referente de la balanza comercial. Con datos de 2013, últimos disponibles para este renglón porque no se dispone de datos de años posteriores, las exportaciones de medicamentos apenas alcanzaron el 12,5% del total del comercio externo de mercancías y ello a pesar que los productos de BioCubaFarma llegan a 40 países, ¿dónde está el embargo?
Como ocurre con todo proyecto faraónico, el grupo presume de haber realizado inversiones entre 2013 y 2017 un 56% por encima de la cifra destinada al sector durante el quinquenio anterior. Como no podría ser de otro modo, el Grupo mantiene una de las inversiones más destacadas en la Zona Especial de Desarrollo Mariel, con la construcción del complejo biotecnológico, “concebido para una amplia línea de productos ya obtenidos y validados, y otros que se encuentran en su fase final de desarrollo”. La pregunta es ¿es esto realmente lo que necesita BioCubaFarma para garantizar a todos los cubanos los medicamentos que precisan?
AGRICULTURA
¿Zafra de 2018 o de 1894?
- ROBERTO ÁLVAREZ QUIÑONES | Los Ángeles | 7 de Junio de 2018 – 14:16 CEST. | 37
Dos macheteros. (BABALU BLOG)
Imaginemos que los países en desarrollo que dependen económicamente de la exportación de materias primas registran hoy volúmenes de producción de sus principales rubros exportables más bajos que hace 124 años, a fines del siglo XIX.
¿Es un chiste? No, es el caso de Cuba, que camina hacia atrás como el cangrejo. Hace unos días concluyó la zafra 2017-2018 “sin cumplir los objetivos de producción”, como dijo a los periodistas el titular de Azcuba, Orlando Celso García, quien muy afectado por el virus castrista del secretismo no informó lo más importante, la producción obtenida.
Pero por indiscreciones, involuntarias o no, se sabe que se produjeron unos 1.1 millones de toneladas (TM), para una caída de un 40% con respecto a los 1.8 millones de 2017. Ese es el mismo tonelaje aproximadamente que el obtenido en 1894 (1.06 millones de TM), un año antes de que Martí y Gómez desembarcaran en Playita de Cajobabo, y 116 años antes de que la bandera cubana ondeara en el castillo del Morro
Las Tunas, la provincia que más azúcar debía producir, de un plan de 198.310 TM produjo 100.000 TM. Y tiene al central Antonio Guiteras (antiguo Delicias), que en 1953 fue el que más azúcar produjo en el mundo: 20.395 TM, según el Ministerio de Hacienda de entonces. Otra provincia clave, Camagüey, de acuerdo con la agencia Reuters, apenas produjo 76.000 TM de 145.000 TM planificadas.
Orlando Celso fue, por su parte, muy pródigo en detalles sobre las inclemencias del tiempo. Este último factor natural pareciera un “agente de la CIA”, pues solo afecta a Cuba y no a otras naciones productoras de azúcar aún no “liberadas” del imperialismo.
Ningún burócrata del régimen podría explicar cómo los demás países productores inundan el mercado de azúcar si están en el mimo planeta, donde para todos llueve, hay sequías, tifones, huracanes y tormentas. Ciertamente lluvias y sequías obstaculizan la producción azucarera, pero no es excusa para justificar el desastre total de toda una industria.
La Organización Internacional del Azúcar (OIA) pronostica que en 2018 se producirán globalmente 179 millones de toneladas, cifra que superará al consumo en unos dos millones de TM. En 1970, se produjeron 72.5 millones de TM. Es decir, en 48 años la cifra se ha multiplicado por 2.5. En resumen, pese a las inclemencias naturales, la producción mundial de azúcar no deja de crecer… menos en Cuba.
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Asombrosa ineficiencia agrícola e industrial
Un funcionario en Camagüey, Lázaro Alvarez Padilla, le dijo a Reuters, “atrevidamente”, que el descalabro azucarero de 2018 se debió a las malas reparaciones de la industria y equipos agrícolas, los errores operacionales, y a la “falta de caña, y otros problemas subjetivos”.
Pero se quedó muy corto, no mencionó los rendimientos agrícolas e industriales, hoy entre los más bajos del mundo, cuando antes de 1959 estaban en la punta de vanguardia mundialmente. Tampoco se acordó de que Fidel Castro desmanteló el 64% de la industria azucarera y que el 60% de toda la tierra cañera cambió de cultivo y hoy sirve de pasto para el ganado, o está infectada de marabú. Solo quedaron en pie 54 centrales, con una penosa obsolescencia tecnológica.
En cuanto a eficiencia, en 1940 Cuba registró un 13.17% de rendimiento industrial. O sea, de cada 100 partes de peso verde de la caña se extrajeron más de 13 partes de azúcar, algo nunca antes logrado en el planeta. En los años 50 el rendimiento industrial promedio era de 12.7%, el mayor del orbe.
Cuando Castro estatizó la industria y las tierras cañeras, se acabó el liderazgo histórico cubano. Los rendimientos pasaron a ser un bochorno nacional. Desde 1967 la Isla registra los más bajos índices productivos del continente. Con cifras que oscilan entre 24 y 42 toneladas de caña por hectárea, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). No llegan a la mitad del promedio mundial, de 65-76 toneladas de caña por hectárea.
Antes de 1959 Cuba era el líder latinoamericano, pero hoy es Perú, con hasta 128 TM de caña por hectárea, según FAOSTATS, la base de datos de la FAO. Le sigue Guatemala con 95 TM. República Dominicana obtiene 80 TM.
Pero hay más. Naciones africanas pobres superan abrumadoramente a la ex azucarera planetaria. Datos de la FAO indican que en 2014 Senegal obtuvo 117 TM de caña por hectárea; Malawi, 107; Zambia, 104; Chad, 102; Burkina Faso, 101; y Etiopía, 99. ¿No hay sequías o lluvias intensas en esos países al sur de Sahara?
El colmo, país importador de azúcar
Con sus 1.1 millones de TM en 2018, la producción cubana representa solo el 0.6% de la producción azucarera global. Compárese eso con el 33% que significó la zafra de 1894 mundialmente, de acuerdo con la OIA. Datos del World Sugar Council indican que en 1960 la producción de azúcar de Cuba fue de 5.9 millones de TM y representó el 11.4% del total mundial, de 52.0 millones de TM. En 1970, con 8.5 millones de TM, Cuba aportó el 11.7% del tonelaje global.
O sea, en 1970, cuando la Unión Soviética financiaba completamente la zafra, en Cuba se produjeron casi 12 TM de cada 100 producidas en el mundo, y en 2018 se produjo menos de la centésima parte de una tonelada. En los años 50 la Isla exportaba la mitad de todo el azúcar que se comerciaba internacionalmente, con una producción de entre 5,3 y 7,1 millones de toneladas métricas en 161 fábricas y un rendimiento industrial promedio de casi un 13%.
Cuba fue durante más de 160 años el mayor productor y exportador de azúcar del mundo, pero a golpe de comunismo-castrismo hoy está en la cola. El actual líder azucarero mundial es Brasil, con 36 millones de TM en 2016, según el Departamento de Agricultura de EEUU. Le siguen la India, con 29.1 millones de TM, la Unión Europea (15.5) Tailandia (11.4), EEUU (7.7), México (6.4), Australia (5.8), Pakistán (5.4) y Rusia (4.5 millones de TM).
El dato más revelador es que de principal exportador mundial de azúcar, Cuba la tiene ahora que importar.
Agrava la crisis económica
La caída estrepitosa de la zafra en 2018 ocurre en momentos en que la escasez de efectivo del régimen es la más aguda desde la desaparición de URSS. En esta ocasión el mecenas (chavista) aún no ha muerto, pero está en terapia intensiva. Caracas ha reducido al mínimo el regalo de dólares y petróleo a La Habana.
Al desplome de los subsidios venezolanos se suma el descenso en la llegada de turistas de más de un 7% en el primer trimestre y cuya tendencia se ha mantenido. Y las exportaciones de bienes en 2017, por $2.301 millones, fueron las más bajas desde los $2.217 millones de 2009.
Aunque el régimen lograse que China acepte recibir menos de las 400.000 TM que Cuba le debe entregar, tendrá que importar azúcar. El consumo nacional es de unas 700,000 TM. Solo la libreta de racionamiento requiere de más de 255.000 TM. Súmese el suministro para la venta liberada, hospitales, escuelas, hoteles, etc.
De manera que pese a tener menos dinero que nunca, el régimen tendrá que gastar divisas en comprar azúcar y deberá reducir las ya muy constreñidas importaciones en general, en una nación que lo importa casi todo porque no produce casi nada. A menos azúcar producida habrá menos importación de alimentos, medicinas, materias primas y de artículos de consumo, incluyendo los que se venden las “shopping”.
En fin, producir en 2018 lo mismo que en 1894 tiene consecuencias. Y en el banquillo de los acusados no puede ser sentado el factor climático, sino los dogmas económicos de Marx, Lenin, Stalin, el Che Guevara y Fidel Castro.
RAÚL CASTRO: LA RUTA DE LA SUCESIÓN
Alejandro Castro Espín: el enlace de La Habana con Moscú para seguridad y espionaje.
En este programa especial, Amado Gil junto al ex-embajador de Cuba ante la ONU, Alcibiades Hidalgo, analizan el cambio de poder en Cuba y lo que esto significa para el pueblo cubano.
abril 16, 2018
Vladimir Putin (5 der.) y Raúl Castro (4 izq.) en una reunión en el Kremlin en Moscú. Alejandro Castro al centro (izq.)video link: https://www.martinoticias.com/6181ab7d-5414-4cb5-8ab1-42c2ccb63d79 En la reconquista de la alianza con Rusia, Castro confió a su hijo la misión más delicada…
Durante el mandato de Raúl Castro, la reconquista de la alianza con Rusia ha sido uno de sus puntos cardinales en política exterior.
Moscú significa para Castro recuperar el respaldo político-militar que le faltó durante el Período Especial a su hermano.
En materia económica, recuperar los lazos con el Kremlin significa seguridad financiera y nuevos negocios. Rusia es para Cuba el socio fiable que lo mismo perdona deudas viejas, que da nuevos crédito o entrega armamentos.
Para una misión tan delicada como la cooperación en temas de seguridad y defensa, el general solo confió en su único hijo. Por cuatro años consecutivos el coronel del Ministerio del Interior (MININT) de Cuba, Alejandro Castro Espín, ha visitado Rusia para tratar temas de seguridad.
En cada viaje, el anfitrión habitual de Alejandro es el Secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, un general de Ejército que trabajó en 1974 con Vladimir Putin en la KGB y lo sustituyó en 1999 como jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB) de Rusia, cargo en el que estuvo hasta el 2008, cuando finalizó el segundo mandato de Putin.
El 22 de mayo del 2017 el sitio digital del Consejo de Seguridad de Rusia emitió una pequeña nota confirmando el encuentro en Moscú entre Patrushev y el coronel cubano, quien viajó como Consejero del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad de Cuba. El tema principal del encuentro fue la seguridad informática.
Justo un año antes, el Consejo de Seguridad de Rusia organizó los días 24 y 25 de mayo una conferencia de seguridad en Grozni, la capital de Chechenia, a la que asistió el coronel cubano.
La prensa rusa informaba entonces que la reunión entre el general ruso y Castro Espín se analizaron cuestiones de seguridad informática e iniciativas conjuntas en esa esfera en la arena internacional. El coronel cubano fue uno de los ponentes de aquel evento. Su informe tuvo la habitual crítica a Estados Unidos y al “poder oligárquico” que se opone a los “gobiernos progresistas” y de paso fustigó las sanciones de Washington a Rusia por la ocupación de Crimea.
En 2015, también en el mes de mayo, la ciudad rusa de Tver acogió el VIII Foro Internacional de Seguridad, organizado por el Kremlin, donde participaron 75 países, entre ellos Cuba con una delegación presidida por Castro Espín.
La prensa cubana omitió toda referencia al evento pero los organizadores aseguran que el foro abordó el rol de las tecnologías de información en materia de ciberseguridad, las medidas en la lucha contra el terrorismo internacional y el crimen organizado transnacional.
Paralelo al evento hubo un encuentro entre el oficial del MINIT y Patrushev, y los temas discutidos, según publicaba el sitio digital de la seguridad rusa, fueron “varios aspectos de la seguridad internacional”.
Raúl Castro en la Plaza Roja
Alejandro Castro aprovechó además que su padre asistió a la celebración del 9 de mayo, en la Plaza Roja y estuvo presente en todas las reuniones del general con el presidente Vladimir Putin y otros jerarcas del Kremlin.
Y en mayo del 2014 Castro Espín viajó de La Habana a Rusia para firmar un memorando de cooperación con el Consejo de Seguridad de Rusia en que se acordaba la creación de un grupo de trabajo conjunto.
Además del encuentro con Patrushev, el enviado de Castro se reunió entonces con directivos del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR) y del Servicio Federal de Seguridad (FSB), entidades surgidas tras la desintegración de la KBG en 1991.
El anfitrión habitual de Alejandro en Moscú ha sido clave en el acercamiento entre Moscú y La Habana.
Cuando Raúl Castro visitó Rusia en julio de 2012 se reunió con Patruschev, quien a su vezhabía visitado la isla en 2011 y en 2008 junto a Igor Sechin, entonces director general de Rosneft.
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