Cuba y Venezuela en muestra visual en la OEA sobre víctimas del comunismo | Diario las Americas

Diario las Americas, 3 de noviembre de 2021

Cuba y Venezuela en muestra visual en la OEA sobre víctimas del comunismo

03 de noviembre de 2021 – 11:11 – Por GRETHEL DELGADO

Las obras incluidas en “El ropaje del silencio” y “Venezuela resiste, imágenes de una tragedia” revelan las crisis de Cuba y Venezuela frente a las dictaduras

MIAMI— La realidad de los ciudadanos de a pie en Cuba y Venezuela se plasma en una exposición de artes visuales que muestra los entresijos más perversos de estas dos dictaduras. Esta exhibición se puede ver en el Museo de Arte de las Américas de la Organización de Estados Americanos (OEA), Washington, hasta el 15 de noviembre.

La muestra, organizada por Umbrella Art Foundation y presentada por la organización Victims of Communism Memorial Foundation (VOC), se divide en dos secciones: “Venezuela resiste, imágenes de una tragedia” y “El ropaje del silencio”.

“El ropaje del silencio”, como se lee en el comunicado, “es un proyecto que aborda desde una perspectiva artística la cruda realidad de la vida en Cuba, reflexionando sobre la decadencia social de una población enfermiza que comienza a darse cuenta de la necesidad de cambiar su entorno y el diferentes formas de hacerlo”.

Las piezas apuntan a “la mirada de estos artistas hacia el universo de la locura y sus repercusiones” y “el papel del sistema de salud pública en la represión de la disidencia”, lo cual lleva “a un pueblo ensangrentado y exhausto” a “despojarse del ropaje del silencio”.

Ana Olema, al frente de Umbrella Art Foundation, reveló a DIARIO LAS AMÉRICAS detalles de “El ropaje del silencio”, muestra comisariada por la propia Olema y Valia Garzón Díaz, y con el apoyo del Centro por una Cuba Libre.

La muestra “toca el tema de la crisis sanitaria en Cuba, el mito del sistema de salud cubano, la farsa del sistema, su ineficacia, y somos muy enfáticos en que este mito, que es parte de sus planes más fuertes de propaganda a lo largo del mundo, prácticamente es una máquina de matar personas sanas. Y no solamente el sistema de salud es un fracaso, sino que es un monopolio porque, por ejemplo, los disidentes están en manos de su opresor. Tenemos casos de dudas muy probables sobre prácticas genocidas dentro del sistema de salud cubano. Laura Pollán viene siendo uno de los casos más emblemáticos, pero hay muchos más”.

Como zanjó la artista y promotora cultural, “el mito está construido bajo una mentira. Antes de 1958 Cuba fue uno de los países con más avances en un sistema de salud fuerte y accesible. Entonces no solamente no funcionó, sino que nos han mentido, y al mundo entero, y usan esta supuesta salud gratuita universal para justificar todos los atropellos que cometen contra los ciudadanos cubanos”.

En efecto, el folleto de la exposición expone que “Cuba fue el primer país del mundo en el que se creó un ministerio o secretaría dedicado exclusivamente a la atención de los problemas relacionados con la salud pública, tan temprano como 1909. La tasa de mortalidad por cada mil habitantes adultos era en Cuba de 4.93 en 1958 (el primer lugar entre los países de América, por encima de los Estados Unidos con 9.5 que ocupaba el lugar 11) y en ese mismo año la tasa de mortalidad infantil era de 33.7 (tercer lugar entre los países de América, solamente superada por Estados Unidos con 26.9 y por Canadá con 30.2)”.

Y añade: “Una gran parte de la población de la capital estaba cubierta por las clínicas de beneficencia y la mayor parte de estas tenían delegaciones en todo el país, que se ocupaban de pacientes que no necesitaban hospitalización. La salud pública era totalmente gratuita, así como los servicios de ambulancias que trasladaban a los pacientes desde cualquier punto del territorio nacional hasta el hospital más cercano”.

Sin embargo, acota el documento, “hoy, 62 años después de instaurado un gobierno que viola los derechos humanos más elementales, el retroceso de los servicios de salud se palpa en el calamitoso e insalubre estado de la red hospitalaria (la mayor parte de ella formada por las ahora viejas instalaciones de la época republicana), la ausencia de medicamentos básicos para la población, y la proliferación de enfermedades que ya en otros países han sido erradicadas, o son provocadas por problemas sociales como el hacinamiento y la depauperación de las condiciones elementales de vida”.

Olema puso el ejemplo “de que ese sistema es pura propaganda, y maliciosa además”, al mencionar los eventos del 11 de julio. “La gota que derramó el vaso de agua fue que la gente salió a las calles por el nivel de depauperación del sistema de salud cubano. La gente se está muriendo, el régimen no ha dejado entrar vacunas, juega con la vida de los cubanos”.

La exposición “aborda esto desde el arte contemporáneo, no hace una denuncia directa, trabaja desde la cultura y eso para mí es muy importante porque es un territorio que hay que ganar. A veces las instituciones culturales son bastantes complacientes con el discurso del régimen y los artistas que este promueve. Así que hacer esto en el museo de la OEA es realmente importante y estamos muy agradecidos por esta oportunidad”, sumó Olema.

Al mencionar a los artistas que integran la exhibición, hizo hincapié en “Mil maneras de morir accidentado”, un trabajo de Luis Manuel Otero Alcántara, “quien participa con una serie maravillosa, y quien se encuentra ahora mismo en la cárcel, que está en huelga de hambre y ha sido víctima directa de la manipulación y del uso de las instituciones médicas como herramientas represivas y coercitivas”.

Imagen de la serie “Mil maneras de morir accidentado”, de Luis Manuel Otero Alcántara, en el museo de la OEA. Cortesía/Umbrella Art Foundation

En el folleto de la exposición se puede leer un interesante texto de Otero Alcántara sobre sus huelgas de hambre, material que se integra a lo visual como un documento: “Había cargado mi cuerpo de significado político; les había arrebatado los hilos del relato. Eso ocurre cuando uno se adelanta. Desde que entendí la importancia de adelantarse, trato de adelantármele a la dictadura todo el tiempo. Dos pasos más allá. Requiere esfuerzo, concentración, pero es posible. Es lo que uno hace cuando escapa hacia la libertad”.

También participan Damaris Betancourt, “que lleva una serie maravillosa sobre Mazorra [Hospital Psiquiátrico de La Habana]”; el dúo creativo de Yunior Aguilar y Celia González (“que sufrió persecución”); Henry Eric Hernández, “quien ha sido censurado y es también un promotor cultural”; y Anyelo Troya, que también fue uno de los muchachos presos y comparte obra con Otero Alcántara”.

Una de las obras de Olema, la instalación de video “Departure”, es “una especie de monumento a las víctimas que han muerto por el mal manejo de la crisis del COVID-19 en Cuba, y también para los cubanos que han muerto por negligencia médica, y que denuncia las manipulaciones de los datos compartidos por el régimen sobre la crisis en Cuba”.

Sobre el proceso, contó que abrió una convocatoria “para que las personas me enviaran los nombres de sus amigos, familiares, vecinos que han muerto por el mal manejo de la salud. Es alarmante la cantidad de cubanos que mueren por negligencia médica y no tienen indemnización, no existe un sistema que pueda canalizar eso”.

Olema subrayó que “como artista y curadora es una gran oportunidad y creo que, en vistas al 15 noviembre, alzar la voz por estos artistas que están a la vanguardia del cambio social es realmente importante. El proyecto hace esa mirada al cambio, y queremos ir ampliando la exposición y hacerla crecer en otras instituciones culturales. El arte es una gran herramienta de cambio, lo vimos con la canción Patria y Vida, y es una forma también de crear documentación, de crear memoria paralela a los sucesos actuales”.

Umbrella Art Foundation “se fundó como una plataforma que da apoyo a esos artistas que son olvidados, censurados, no solamente por sus posiciones políticas, sino también porque tienen un arte difícil, con una propuesta conceptual superior. Por eso hacemos proyectos de diferentes disciplinas, no solo artes visuales, sino también música, el espectáculo, la poesía”.

Henry Eric Hernández, artista, investigador independiente y editor, dijo que le resulta “muy significativo que se haga esta exposición porque creo que es el primer tipo de exposición de arte contemporáneo en un museo como este, que tiene un corte más político y de revisión histórica, es decir, no es un museo de bellas artes en sí mismo. Eso quiere decir que los artistas cubanos estamos entrando a discutir los problemas de Cuba teniendo como primera arista la problemática política y de la revisión histórica”.

En torno al último punto, declaró que “es importante el asunto de la revisión histórica, construir una memoria desde instituciones como la de este caso. Lo que nos interesaba al colectivo Celia y Yunior y a mí con esta participación era formar parte de un discurso que no se desprenda de una institución de bellas artes, sino de una institución que tiene más un corte político”.

Sobre la propuesta “Forjar la tradición”, una serie de siete obras, realizada entre 2016 y 2019 por el colectivo Celia y Yunior, y el propio Hernández, destacó que parte de “la investigación de determinados espacios patrimoniales, espacios públicos, que no constan en los catálogos oficiales que regulan qué es de interés patrimonial y qué no. Uno es un pedestal debajo del hospital Hermanos Ameijeiras, para trabajar el tema de la salud, pero visto desde los médicos llamados desertores por el régimen cubano”.

Sacamos una media de la cantidad de médicos que habían desertado de las misiones internacionalistas entre el 2006 y el 2016. La obra consistió en colocar una tarja de mármol en ese pedestal abandonado con la cifra y el segmento de tiempo”, agregó sobre el proyecto, que recibió en 2017 una beca de la Fundación Botín en España.

De ahí que describiera la obra como un “estuche reliquia, el archivo que se puede crear desde lo personal como consecuencia de que el régimen no genera ese tipo de archivos, pues esa cifra no es una información pública”.

Por su parte, la exposición sobre Venezuela titulada “Venezuela resiste, imágenes de una tragedia” fusiona dos importantes visiones artísticas del deterioro de Venezuela. Primero, la del fotógrafo venezolano Vasco Szitenar, que muestra cómo el artista “desciende a las fronteras indescriptibles de este malestar”. Además de las visiones de los fotógrafos venezolanos Lenny Ruiz, Alejandro José Pernía Paredes y Azalia Licón, ganadores del concurso “Venezuela en contraste”, de VOC, y que ofrecen una mirada de la vida cotidiana a través de sus lentes.

Lenny Ruiz, que obtuvo el primer lugar del concurso fotográfico “Venezuela en Contraste”, presenta una serie de fotos en el metro de Caracas. Según dice Ruiz en el folleto de la muestra: “Los últimos años en mi ciudad han sido testigos del deterioro de nuestra arquitectura, nuestros negocios y servicios públicos y, lo más triste de todo, de nuestra gente. Han pasado veinte años con este régimen que acabó con los sueños de tantos, que obligó a millones a exiliarse dejando atrás hogares y familias”.

Como comentó a DIARIO LAS AMÉRICAS, “fue una grata sorpresa en el día de mi cumpleaños pero a la vez un toque más de atención sobre la importancia de la denuncia a través de la fotografía de las atrocidades del comunismo y en general de todas las versiones light de este flagelo en el mundo y especialmente en Latinoamérica, donde cada día vemos más gobiernos sumarse a la forma autocrática-criminal como medio para ‘atornillarse’ en el poder sin importar cómo y a quiénes hay que subyugar o someter”.

Victims of Communism Memorial Foundation (VOC) es una organización sin fines de lucro y un museo que trabaja por la educación, investigación y la protección de los derechos humanos, y su misión es la mantener la memoria de las víctimas y evitar la repetición de los crímenes contra más de 100 millones de víctimas del comunismo en el mundo, así como procurar la libertad de aquellos que siguen viviendo bajo regímenes totalitarios. La Fundación fue creada por una decisión unánime del Congreso de los Estados Unidos en 1993 y una la Ley 103-199 firmada por el presidente William J. Clinton el 17 de diciembre de 1993.

La entrada a la exposición en el museo de la OEA es gratuita. Dirección: 201 18th St NW, Washington, DC 20036. Para más información visite este enlace.

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